Dicen los que saben de esto -entre los que no me incluyo- que las fechas estivales son un momento propicio para publicar algún de post diferente, más personal.
Hacerlo, ayuda a establecer una relación más cálida con la audiencia, y a aumentar la confianza -dicen.
Como quiero estrechar lazos contigo, hace semanas que me he propuesto hacerlo, pero me he encontrado con una dificultad enorme.
Soy muuuy aburrido.
Por eso he decidido recurrir a Leo. Él tiene sin duda muchas más opciones de triunfar que yo.
Tiene casi 2 años y pesa 30 kilos.
Podría caer en el tópicazo de decir que es el perro más guapo perro del mundo, si no se tratara de una gran verdad objetiva y verificable.
Una tradición familiar
Aunque tengo un amigo que no me cree, Leo (pronunciado “lío”, en inglés) no se llama así en honor a Messi, sino en honor a Leonardo, la tortuga ninja adolescente y mutante preferida por mis hijos.
Esto constituye una especie de tradición familiar:
Mi hermana se llama Vicky, porque cuando nos preguntaron a mi hermano y a mí, estaban anunciando nuevos capítulos de Vikie el Vikingo.
Si no, se hubiera llamado Shayaka… o Afrodita A
El escondite inglés
Una parte importante de mi jornada laboral la realizó en casa y Leo es una compañía fraternal.
Me ayuda a hacer que la jornada laboral sea más entretenida con un juego de su invención que consiste en ir cambiando el lugar en el que está tumbado dentro de la habitación, sin que yo le vea moverse.
Levanto la mirada y Leo está junto al sofá, patas arriba. Me concentro en el trabajo.
Minutos después, me despisto. Vuelvo a mirar y Leo está tumbado de lado, en la alfombra. Vuelvo a lo mío.
De repente, le oigo respirar y me doy cuenta de que está junto a mí, recostado contra la pata de la mesa.
Al rato, se ha ido a un rincón, más tarde junto a la lámpara o en la escalera….
Si, ya sé que estás pensando.
Ese juego no sé lo ha inventado Leo. Es la versión canina del “un, dos, tres… ¡pared!”. O también conocida como el “escondite inglés”.
Pero shhh, Leo creé que es el autor del juego, y no voy a golpear su autoestima.
¿Analytics? ¡No, por favor!
Ocurre que cuando inicio sesión en Google Analytics en el ordenador, se acabó el juego.
Leo se levanta con cara de circunstancias y trasladando con parsimonia sus 30 kilos, desaparece de la habitación.
Siempre igual. Es sistemático.
Le he dado mil vueltas buscando una explicación, y la única que encuentro es que a Leo no le interesa la Analítica web.
¿Qué digo no le interesa? No la soporta.
Lo que le gusta a Leo es inflar globos…o mejor dicho, intentar inflarlos. Puede tirarse horas con ello.
Estoy convencido que con su capacidad de “emperrarse” con las cosas, tarde o temprano acabará por conseguirlo.
Intentaré estar allí con la cámara para inmortalizar el momento y traertelo.
Por cierto, ¿cómo se le llama al «escondite inglés» en tu tierra?
Anda, deja tu comentario y cuéntamelo.
PD: Si has llegado hasta aquí, seguramente estarás pensando: ¡Vaya milonga! ¡Esto no es un post personal, ni es nada!
Tienes razón. Todavía, no estoy preparado para hablar de mí desde esa perspectiva.
Aunque, quien me conoce sabe que escribir y darle al botón de publicar este post, ya ha supuesto golpear con dureza el muro que delimita mi zona de confort. Todo se andará.
PD2: Si quieres comentar algo en relación con la postdata en lugar de con lo del «escondite inglés», por favor, no te cortes. Prometo atreverme a contestarte.
Hola! Llegué a tu blog y nada más ver la foto del perro en portada tuve que entrar a este artículo!
Que curioso lo que le ocurre con respecto a Google Analytics, es un caso de estudio en toda regla, seguro que hay mucho humano al que le ocurre lo mismo (y que no puede hinchar globos, como él).
Leeré otros de tus artículos. ¡Un saludo!
Muchas gracias, Itziar, por tus comentarios.
Debo confesar que mi primera toma de contacto con Google Analytics, me provocó cierto rechazo. ¡Qué complicado!, pensé…Tal vez por eso ahora me he propuesto hacerlo fácil para los demás.
Un abrazo,
Hola Rafa.
¡Qué belleza canina!
A mi perra Eevee (en inglés, pronunciado «Ivy» – mi cuñado le puso ese nombre cuando la tenía en su casa, en referencia a un personaje de Pokemon) lo que le encanta es morder cosas, y jugar. En ocasiones estoy sentado a la computadora, y cuando miro a mi lado está Eevee mirándome y con un juguete al lado, invitándome al juego. No se cansa de eso…
Pero es también una fiel compañera. Te sigue a cualquier lado que vayas. Es imposible sentir soledad con ella al lado.
Son esos pequeños detalles los que hacen a estas mascotas tener un lugar especial en nuestra familia. Si en algún momento faltaran, nuestro hogar no sería el mismo.
Saludos.
Hola Ángel,
Las dimensiones del espacio que ocupan estas criaturas en la familia, se hacen más evidentes en su ausencia.
El ultimo trimestre del año pasado, tuvimos que prescindir temporalmente de la compañía de Leo y le echamos muchísimo de menos. Incluso me sorprendió cuánto.
Un abrazo,